Todos hemos sentido el
efecto de la crisis financiera que atraviesa nuestra
nación. Por lo que entiendo, es importante
discutir una de las causas principales de dicha
crisis - el fraude hipotecario. Este término
se utiliza en forma genérica para describir ciertas
estratégias utilizadas para lograr la aprobación de
un préstamo hipotecario utilizando información falsa
o fraudulenta. Lamentablemente, pocos saben
que éste tipo de conducta constituye un delito que
trae consigo serias penalidades, incluyendo posible
encarcelamiento.
El método más utilizado
es proveer información falsa sobre los ingresos y/o
sobre las deudas del solicitante. Al exagerar
los ingresos y/o ocultar las deudas, el comprador
puede cualificar para una hipoteca en una suma en
exceso de su verdadera capacidad de repago.
Eventualmente, el deudor hipotecario incumple con su
obligación lo cual resulta en la presentación de una
demanda de ejecución de hipoteca (“foreclosure”) por
parte del acreedor hipotecario.
Debido al gran volumen de
propiedades reposeídas por los bancos hipotecarios,
los valores de las propiedades existentes han bajado
considerablemente. Por tanto, no es
económicamente factible para los desarrolladores
promover projectos residenciales adicionales.
Esto ha tenido un efecto devastador en la industria
de la construcción ya que si no hay desarrollo, no
hay construcción. De igual manera, aquellas
empresas o profesiones que se nutren de la industria
de la construcción han sufrido serias mermas en sus
ingresos.
El nivel de
desempleo continúa aumentando y aquellos ciudadanos
que compraron inversiones respaldadas por las
hipotecas fraudulentas, han perdido sus ahorros y en
algunos casos, sus fondos de retiro. Nadie
quiere asumir la culpa de ésta crisis y los
políticos tratan de lavarse las manos como Pilato
para no perder sus votos. La realidad
innegable es que hay suficiente culpa para repartir.
Aunque debemos responsabilizar a los autores del
fraude, tenemos que darle prioridad a identificar la
causa de la crisis, tomar medidas preventivas, y
buscar la solución.
A mi entender, la crisis
es el producto de una epidemia de ambición
irresponsable. Los corredores ignoraron la
reglamentación de su industria con el fin de cobrar
comisiones indebidas, y los tasadores inflaron los
valores de las propiedades para que los corredores
continúen utilizando sus servicios. Los bancos
hipotecarios ignoraron la falta de documentación
confiable que justificaban los préstamos y los
bancos nacionales ocultaron las hipotecas
fraudulentas para poder venderlas en el mércado
secundario. Por último, ciertos consumidores
se dejaron convencer que podían comprar una casa
cuyos precios claramente exedían su capacidad
económica.